“Me dirijo a ti, Señor, en tiempos de dificultad, y me llenas del gozo de la salvación.” Se cree que en promedio tomamos alrededor de 35,000 decisiones en un día determinado. La idea de tener que tomar tantas decisiones en un día es agotadora… pequeño, mediano, grande, extra grande, súper grande por favor; sopa, ensalada, arroz, vegetales, papas dobles por favor; caliente, frío, helado, doble leche, sin hielo por favor. Yo tomaré este, no ese, dos de esos y uno de aquellos para llevar. Tomamos tantas decisiones concernientes a nosotros mismos y nuestras familias. Decisiones que nos afectan y a los que están a nuestro alrededor. Decisiones que afectan a quienes amamos e incluso a quienes no nos importa. Decisiones que tendrán un impacto significativo en nuestro futuro, en nuestros amigos, en nuestros vecinos, incluso en aquellos que deseamos mantener lejos. ¿Con quién debo entablar amistad? ¿Con quién debería salir? ¿Con quién debería casarme? ¿Debería casarme? ¿Qué carrera elegiré? ¿Cuánto dinero necesito? ¿Dónde viviré? ¿De qué color? ¿De qué sabor? ¿Quiero ir a trabajar hoy? ¿Debería conseguir que me lleven, tomar el autobús o caminar? ¿Quiero a Dios en mi vida? ¿Quiero practicar religión? ¿Debería orar hoy? ¿Debería girar en el semáforo, parar o continuar? Tantas cosas para discernir, tantas opciones por considerar, tantas elecciones por tomar. Para algunos de nosotros, el proceso puede ser emocionante y para otros, deprimente. Para algunos de nosotros, mientras más opciones hay, mejor y para otros, mientras menos opciones haya, más fácil será. Entonces, ¿cómo tomas tus decisiones en un día determinado? ¿A quién le consultas, qué consideras, cuánto tiempo necesitas? ¿Haces tus elecciones por lo que se siente bien hoy, consideras el clima, permites que otros tomen las decisiones por ti, lo llevas a oración? Tantas opciones por considerar; tantas decisiones por tomar. ¿Consideras de qué manera tus decisiones impactarán tu futuro? ¿Piensas sobre cómo tus decisiones afectarán a los demás? ¿Tus deciones te conducirán al cielo o te conducirán a la oscuridad eterna? El don del discernimiento requiere paciencia, oración y confianza en Dios. Él siempre provee, él siempre ha proveído, él siempre continúa haciéndolo. Dirígete a Dios siempre; elige a Dios todo el tiempo. Él es la opción correcta; la mejor decisión que tomarás jamás. Padre Iván