No es ninguna exageración decir que la Iglesia Católica salvó a la Civilización Occidental. Después de la caída de Roma en el año 476 d.C., gran parte de la prestigiosa cultura del continente europeo dejó de existir de la noche a la mañana. Innúmera gente fueron masacradas y las ciudades quemadas, reducidas a nada. Junto con esta invasión vino la masiva destrucción del conocimiento. Las bibliotecas y las escuelas fueron devastadas, lo que provocó la pérdida de libros de valor incalculable y documentos sobre filosofía, teología, ciencias físicas, matemáticas, lenguaje e historia, sumergiendo a Europa en lo que se conoce como la “Edad Oscura”. Se perdió toda esperanza de reconstruir un mundo civilizado y educado… o es lo que parecía. Milagrosamente, se conservaron copias de estas obras en diferentes bibliotecas de África y del Oriente Medio, lejos de las incursiones de las hordas góticas. En el siglo VI, copias de estos preciosos textos ya habían regresado al continente europeo, donde los monjes católicos comenzaron a copiarlos fervientemente y a traducirlos para su distribución. Estos hombres santos pasaban horas todos los días en un lugar llamado el scriptorium (literalmente “un lugar para escribir”) donde escribían a mano cientos de miles de páginas, copiando todo, de la Ilíada de Homero hasta los Evangelios de la Biblia. Además, se aseguraron de que múltiples copias de estos textos se entregaran a diferentes monasterios en toda Europa para evitar que el conocimiento se perdiera. Esta conservación de los textos religiosos y seculares por parte de la Iglesia Católica llevó a un renacimiento del intelectualismo en Europa. Con este conocimiento redescubierto, la Iglesia abrió universidades, proveyendo lo que sería las fundaciones de toda educación moderna. Eventualmente, la civilización occidental florecería hacia una época de fenomenal progreso espiritual, académico, cultural y social, empezando con el Escolasticismo de Santo Tomás de Aquino y alcanzando su apogeo con el Renacimiento de los siglos XIV y XV. Lo que he ilustrado hasta ahora en forma de resumen es el hecho de que la Iglesia Católica posee una espléndida historia de contribución a la civilización y al desarrollo de la sociedad. Estos logros han sido alcanzados por hombres y mujeres brillantes a lo largo de los 2000 años de vida de la Iglesia y continúan hasta el día de hoy. Durante las próximas semanas, vamos a destacar las vidas y obras de varios de estos hombres y mujeres, explicar sus logros y cómo ellos ayudaron a hacer conocer el esplendor de nuestra fe.