“Si tu hermano comete un pecado, ve y amonéstalo a solas.” ¿Eres perfecto? ¿No tienes defectos? Tendemos a pensar en la perfección en términos de nunca cometer errores. Nos vemos como impecables o sin faltas. Sin embargo, la perfección desde la perspectiva de Dios significa ser santos como Dios es santo. Significa pensar como piensa Dios, ver como Dios ve, escuchar como Dios escucha y amar como Dios ama – incondicionalmente, pacientemente, sacrificialmente, con comprensión y siempre para el otro. Perfección significa que constantemente nos esforzamos por agarrar y retener el don de ser completamente restaurados a la imagen y semejanza de nuestro Creador y vivir perfectamente en los caminos de Cristo. Pasar la culpa hacia otro no nos hace perfectos o sin error. Sólo quiere decir que nos las arreglamos para dirigir la atención de nosotros hacia el error de otro. Entonces, ¿eres perfecto? ¿Estás sin faltas? Pienso sobre nuestro Señor en el Jardín del Edén y la conversación que tuvo con Adán sobre su desnudez. Dios sabía que ya habían comido del árbol que se les había pedido no comer; ellos ya habían pecado, ellos desobedecieron el mandato de Dios. Cuando Dios le dice a Adán que él ha comido del fruto que no se suponía tomar Adán responde diciendo que no fue su culpa, sino la culpa de Dios, ya que él fue quien puso “esa mujer” aquí. Cuan fácil es para nosotros dirigir la culpa en otra dirección o a otra persona con el fin de mantener nuestros propios faltas ocultas. Eva también desvió la culpa en otra dirección diciendo, “La serpiente me engañó y comí.” Mirar nuestras propias faltas no es fácil. Es más fácil desviar la atención hacia otro lugar o hacia otra persona. Jesús nos recuerda que si alguien peca en contra de nosotros entonces debemos llamar a esa persona a un lado, tranquilamente y en privado y luego compartir la falta que nos ha causado dolor, angustia, frustración, confusión. Sería bueno encomendar a nuestro corazón y a nuestra mente que la corrección fraternal requiere de caridad en ambos lados. Debemos considerar que como un mensaje es recibido puede afectar como respondemos. Como sabemos, no es siempre lo que decimos sino como lo decimos que puede hacer toda la diferencia. Así que si alguien peca en contra de ti, en privado dile su falta. Pero recuerda que una corrección suave probablemente obtendrá una respuesta favorable.
Vigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario