Cuando hayan cumplido todo lo que se les mandó, digan: “No somos más que siervos, sólo hemos hecho lo que teníamos que hacer”. Un mandamiento tiende a venir de una persona que está a cargo, responsable o en control. Y aunque puede ser informativo, instructivo o incluso necesario, el hecho es que viene desde más arriba, de un superior, de un gerente que puede tener el derecho de hacerlo, como quiera se siente autoritario en su naturaleza y simplemente no nos gusta que nos digan que hacer. A menudo un mandamiento aunque útil, rara vez es bienvenido o apreciado. Simplemente no nos gusta que nos desprecien o nos manden a hacer nada. Bueno, ¿qué tal si Dios fuera quien nos mandara? ¿No tiene derecho de decirnos qué hacer? ¿No fuimos hechos, formados y creados a su imagen y semejanza? ¿No somos sus hijos amados, obedientes, que son dependientes de él para todo? ¿No hemos sido salvados por la Sangre en la Cruz y rescatados del pecado, Satanás y la Esclavitud? ¿No tiene Dios el derecho y la autoridad y la sabiduría, el poder y la gloria para decirnos qué podemos y qué no podemos hacer? Amo los mandamientos de Dios. Él simplemente nos manda a amar. Amarlo con todo nuestro ser, toda nuestra interioridad, nuestro ser completo y total. Eso no es algo malo. Es un regalo maravilloso, increíble, clemente de Dios. Es lo mejor de lo mejor. Él simplemente nos pide que seamos quienes somos, que seamos tal como para lo que fuimos creados, quienes debemos ser. Amar a Dios y amarnos los unos a los otros. Qué bendición y qué hermoso mandamiento. Ser libre, ser amado, ser tú. Otra gente nos manda a ser quienes ellos quieren que seamos, a hacer lo que ellos nos mandan que hagamos. Es principalmente para ellos aunque puede que nos beneficie. Los mandamientos de Dios son siempre para nosotros, siempre nos benefician. Los Mandamientos están hechos para mantenernos con Dios, para asegurarnos su paz, para mantenernos en sus buenas gracias y mantenernos en su Santa Presencia. Ese es el mejor bien y el más grande. Si el mandamiento o los mandamientos de Dios parecen duros o una carga o imposibles de cumplir, entonces debes examinar realmente ese algo que se opone a tu verdadera felicidad, o la persona que te mantiene alejado del mayor bien o la razón por la que eliges algo que es temporal por encima de alguien que es eterno. ¿Puede salvarte esa persona? ¿Puede este algo darte la vida eterna? ¿Podrías ser realmente feliz sin Dios y sus mandamientos de amor en tu vida? Padre Iván
Vigésimo Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario