Reflexión del Padre Juan

“No se dejen transformar por los criterios de este mundo; sino dejen que una nueva manera de pensar los transforme internamente, para que sepan distinguir cuál es la voluntad de Dios, es decir, lo que es bueno, lo que le agrada, lo perfecto.” (Romanos 12:2).

Hoy en día, se nos hace más fácil acomodarnos a esta cultura aunque en el fondo estemos en desacuerdo con muchos aspectos de esta generación. Nos mantenemos callados ante la maldad porque nos acostumbramos, lo vemos normal, o solo para seguirle la corriente, o porque es mucho más fácil así, o inclusive porque aprendimos a ser completamente indiferentes ante las inmoralidades, la falta de valores, y la oleada de información falsa o alterada que se experimentan en los medios de comunicación. El Señor nos invita a que despertemos del letargo en que vivimos, Dios quiere que reflexionemos y actuemos de acuerdo a lo que es bueno, a lo que le agrada a Él, y a lo que es perfecto. Esto significa hacer escuchar nuestras voces y expresar claramente que no nos estamos conformando a las cosas de este mundo, para juzgar y comprender cuando algo es malo y permanecer firmes expresando nuestra inconformidad, hacer todo lo que sea necesario para cambiarlo, y finalmente estamos llamados a la acción, más específicamente hacer lo que es BUENO, BONITO Y VERDADERO. Estos son los tres aspectos de Dios y todo lo que viene de Dios es bueno o bonito o verdadero.

Para hacer lo que es correcto de acuerdo a la voluntad de Dios debemos salirnos de nuestra zona de comodidad, es una invitación a formar y purificar nuestras conciencias y aprender intelectual, emocional y espiritualmente que es bueno a los ojos de Dios.

Este tiempo está contaminado con ideologías y tendencias maliciosas y diabólicas que amenazan la dignidad del ser humano y también atacan directamente a nuestras familias y su unidad. Debemos hacer todo lo que sea necesario para salvaguardar la integridad de la familia y guiarlas con la verdad misma que es Cristo.

Hoy en día hay muchos que se han alejado tanto de la verdad que es difícil para ellos distinguir entre lo bueno y lo malo, entre lo correcto y lo inmoral, hasta tal punto que no pueden ya distinguir entre la vida y la muerte. De la única manera que les podemos ayudar es sacándolos de su oscuridad con una amorosa invitación a experimentar el amor y la misericordia de Dios, mostrándoles la luz de Cristo, su Palabra, sus Mandamientos, que reciban la Gracia Santificante a través de los Sacramentos y especialmente a que experimenten la mayor de las verdades, esto es que son amados incondicionalmente por Dios. Una vez experimentamos el verdadero amor, que solo viene de Dios, entonces no estaremos muy lejos de la perfección, solo necesitáremos abandonarnos completamente a Dios y su Espíritu nos renovará y nos conformará a la Santa Voluntad de Dios.