“Pero ésta, en su pobreza ha echado todo lo que tenía para vivir.” La frase “Este es” significa una acción donde uno atrae toda su energía, toda su atención, para ver, realmente ver sin distorsión o distracción lo que se ha requerido mirar a nuestra atención indivisible sin juicio, sin comentarios, sin prisas. Jesús nos pide que contemplemos a su madre: “ahí está tu madre”. ¿Qué ves cuando posas tu mirada en María? ¿Contemplas a tu Madre o solamente ves a la madre de Jesús? El mirar a María, es tener una relación con ella – es decir, entender que María verdaderamente es la Madre de Jesús y nuestra amada madre, la Madre de Dios. Nosotros debemos darnos cuenta, aceptar y regocijarnos en el hecho que somos amados hijos e hijas de Dios, nuestro Padre y amados hijos e hijas de María, nuestra madre. Jesús ama a su madre. Él la ama con un gran y perfecto afecto y María ama a su hijo con todo su corazón indivisible, con todo su cuerpo indivisible, con toda su mente indivisible, con toda su alma indivisible. María ama a Jesús en su humildad y en su alegría, y en su pobreza y en su santidad, con todo su corazón y con toda su fuerza. Ella ama a Jesús con todo su ser. Es un perfecto amor de madre por su Dios y por su hijo. Jesús ama a María como él nos ama. Eso es hasta el punto de muerte, muerte en cruz. La preocupación de Jesús al pie de la Cruz es que su Madre sería amada y atendida en su ausencia mientras él regresa a la derecha del Padre. Jesús quiere que tú mires a su madre, María. ¿Pasarás tiempo en oración con ella esta semana al pie de la Cruz para consolarla en su gran dolor? Imagina como María se siente al pie de la Cruz – para ver su pobre hijo, inocente de los crímenes de los que se le acusaba, rechazado por creer en Dios, ridiculizado con blasfemias indecibles, golpeado al punto de estar irreconocible, asesinado por una muerte con dolor y tortura inescrutables, luego muriendo en una cruz. María podría necesitar algo de consuelo. María podría necesitar tu atención indivisible, un compromiso de oración y tu amorosa presencia. Esto sería un gran consuelo para nuestra Madre María. Sería un gran consuelo a nuestro Amado Salvador. Entiende que cuando se le pide a María que contemple a su hijo, ella atrae toda la atención de su Hijo hacia nosotros. María nos ama. Somos sus amados hijos. Entonces, contempla a tu madre puesto que ella ya ha posado su mirada en ti. Padre Iván.
Vigésimo Octavo Domingo del Tiempo Ordinario