“Jesús recorría todas las ciudades y los pueblos, enseñando en las sinagogas, predicando el Evangelio del Reino y curando toda enfermedad y dolencia.” “¿Alguna vez te has preguntado porque estamos aquí y te dices que debe haber algo más que esto en la vida? De alguna manera, simplemente no lo estamos entendiendo”. Estas fueron las preguntas filosóficas que le hice a un amigo cuando empezó un trayecto de colisión entre el Plan Divino y Providencial de Dios y mi comprensión limitada y triste de Dios, de su amor, de su llamado, de su voluntad. Las preguntas abrieron una puerta espiritual en mi corazón que me empujó a un mundo de discernimiento de espíritu y la oportunidad de servir. Esta puerta se abrió ese día, aunque se descuidó e ignoró por momentos, nunca se pudo volver a cerrar y ciertamente nunca dejaría de llamar hasta que la llamada sea respondida y el corazón esté satisfecho. Estas preguntas de alguna manera inofensivas pero profundas y proféticas hacen eco en los corazones de tantas almas hambrientas y espíritus cansados que tienen sed y buscan responder a la posibilidad de entrar a una relación más profunda y más personal con Dios al compartir la misión y ministerio de Cristo. La misión y ministerio de Cristo busca traer la felicidad a individuos a través de la Enseñanza de la Ley, la Predicación del Evangelio y la Sanación de los corazones que están quebrantados, la sanación de los espíritus que están heridos, la sanación de los cuerpos que están adoloridos, la sanación de las almas que están heridas y la sanación de las mentes que han sido contaminadas por el pecado. Jesús enseñó que el Hijo del Hombre sería ridiculizado y rechazado, perseguido y bofeteado, encadenado y flagelado, crucificado y asesinado pero que resucitaría en el tercer día para poder traer la salvación a las almas y la restauración a una humanidad caída. Podemos ayudar al compartir la verdad. Jesús predicó que el Reino de Dios estaba cerca y que el amor y la compasión, la paz y el gozo, la misericordia y el perdón gobernarían y reinarían para siempre. Podemos ayudar al ayudar a otros a recibir el Reino de Dios en sus corazones y hogares. Jesús pasó de ciudad en ciudad expulsando el pecado y a satanás, sanando la división y la enfermedad y restaurando al pueblo a la buena salud y a vivir en una relación amorosa con Dios. Podemos ayudar permitiendo que Jesús nos sane. Compartiendo en la maravillosa misión y ministerio de Cristo ciertamente traerá tu propia felicidad – ya que entenderás porqué estás aquí y te darás cuenta que no hay nada más gratificante que asistir a Jesús a traer tu salvación y la del mundo entero. Padre Iván
Tercer Domingo del Tiempo Ordinario