“Hermanos: ¿No saben ustedes que… no son ustedes sus propios dueños, porque Dios los ha comprado a un precio muy caro?” A la mayoría de nosotros no nos gusta la idea de ser comprados, de ser propiedad o adquirido. Puesto que el ser comprado implica que no nos pertenecemos, sino que estamos endeudados o al servicio de otro, tal vez uno quien es más poderoso, más adinerado y más influyente que nosotros. El ser comprado puede implicar servidumbre, esclavitud, propiedad. Ciertamente no es un pensamiento agradable, el considerar pertenecerle, como un pedazo de propiedad personal, a otro. Puesto que probablemente nos consideramos seguros de nosotros mismos, autosuficientes, totalmente independientes y nunca tenerle que pedir asistencia de nadie. El hecho es que la mayoría de nosotros preferiríamos hacer las cosas por nuestra cuenta. No queremos sentirnos dependientes de otro o estar endeuda con otro. La verdad es que somos completamente dependientes de una forma u otra. Frecuentemente necesitamos apoyo, orientación, conocimiento, asistencia de otra persona. Todos necesitamos ayuda – tanto si la solicitamos como si no, si la aceptamos o no, si nos damos cuenta o no – todos podemos usar algo de ayuda. Somos interdependientes entre nosotros y hemos sido comprados de una manera o de otra, lo admitamos o no. Decimos que no podemos ser comprados o adquiridos. ¿Es eso realmente cierto? ¿Alguna vez nos hemos vendido o hemos sido comprados? Qué tal si somos objetos exhibidos en una tienda de antigüedades o con una etiqueta de precio individual. ¿Cuánto valdrías? ¿Qué diría tu etiqueta? ¿Se leería: “Se Vende” – “En Rebaja Hoy” o “No Se Vende?” O tal vez tu etiqueta puede decir: “-50%” – “BOGO” – “Mejor Oferta” –“Barato” –“Gratis para un Buen Hogar.” El hecho es que somos invaluables porque hemos sido comprados a un gran precio. Una cantidad que ninguna suma de dinero podría comprar. Ninguna suma puede recuperar, recobrar, reemplazar el costo que ha sido pagado de nuestra parte. Nuestras etiquetas ahora dicen, “vendido – pagado en su totalidad” porque nuestra deuda ha sido satisfecha y pagada en Cristo. Fuimos esclavos del pecado y a la oscuridad. Escogimos la muerte en lugar de la vida, mentiras en lugar de la verdad, oscuridad en lugar de la luz. Estábamos encadenados, encarcelados, esclavos incapaces de disfrutar la libertad de los Hijos de la Luz. Y ahora tú le perteneces a Dios. Porque tú has sido comprado a un gran precio. Pues, Jesús, “llevó sobre la cruz nuestros pecados, cargándolos en su cuerpo… Por sus llagas, ustedes fueron curados.” Padre Iván
Segundo Domingo del Tiempo Ordinario