“Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendita sea la Excelsa Madre de Dios, María Santísima. Bendito sea San José su castísimo esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.” Amo a mi familia. Y gracias a Dios y a la Sagrada Familia por mostrarme cómo amar mejor a mi familia y a toda la familia de Dios. Por enseñarme a cómo amar a la familia desde el fondo de mi corazón; el lugar más profundo en donde mora Dios, en donde Dios da, en donde Dios sana, en donde Dios perdona. Es un santo deseo mío el vivir con y a través de la Sagrada Familia para poder experimentar gozo inmenso y amor profundo siempre para ayudarme a atravesar momentos difíciles y desafiantes. Debo confesar que no siempre pude decir que amé a mi familia desde el fondo de mi corazón. A veces, amarlos era un poco un conflicto. Era difícil amarlos por las terribles cosas que decían, las malas decisiones que tomaban, por su falta de fe, por su odio hacia la Iglesia, por su falta de respeto a Dios, por sus ofensas hacia mí. Tal vez como algunos de ustedes, a veces me preguntaba si me cambiaron al nacer o si tal vez fui enviado a la familia equivocada o si tal vez fui adoptado. Eso hubiese ayudado a explicar por qué somos tan diferentes. Pero luego pienso y reflexiono sobre las preguntas verdaderas y más relevantes para discernir el amor familiar, ¿quién soy y porqué estoy realmente aquí? Entonces mi corazón se compadece y me doy cuenta cuán egoísta he sido – Dios me ayuda a ver el error de mis modos. Yo soy un amado hijo de Dios. La familia es un regalo de Dios. Él me ha pedido que lo ame con todo mi corazón y que ame a nuestras familias como Dios me ha amado – lo cual es con gran misericordia, comprensión y compasión. Pienso en todas las cosas que han hecho tan desafiante el expresar mi amor por mi familia y por Dios. Ahora entiendo que probablemente ellos podrían acusarme de las mismas cosas. De hecho, Dios sería justo al decir las mismas cosas sobre mí. Pero gracias a Dios por su amor – su amor es tan clemente, paciente y amable. Y ahora nada puede separarnos del amor de Dios… excepto, tal vez, nuestra incapacidad de amar a nuestra propia familia y a la familia de Dios como Dios nos ha amado. Jesús, María y José nuestra amada y bendita Sagrada Familia, por favor rueguen por nosotros y por nuestras familias. Padre Iván