“Completo lo que falta a la pasión de Cristo en mí, por el bien de su cuerpo, que es la Iglesia. Por disposición de Dios, yo he sido constituido ministro de esta Iglesia.” El silencio y la soledad son esenciales para discernir la voluntad y el llamado particular de Dios. Es en el sagrado silencio que podemos determinar lo que Dios realmente nos dice y comparte cuál es su voluntad para nosotros. La meditación tranquila sobre las Escrituras es un aspecto importante del proceso de discernimiento. Necesitamos ponderar la Palabra de Dios en las profundidades de nuestros corazones hambrientos y almas adoloridas para poder escuchar el llamado particular e individual de Dios para cada uno de nosotros. Reflexionar en las escrituras a diario nos proveerá con una mayor apreciación de cuán útiles pueden ser los escritos bíblicos en el proceso de discernimiento. Uno de los temas integrates encontrados en las escrituras es la libertad. Necesitamos libertad de las distracciones mundanas para determinar si somos libres para amar y servir a Dios y si somos libres para conocer y seguir a Cristo. Las Escrituras nos recuerdan que Dios nos llama a esta libertad. ¿Eres libre para amar a Dios con todo tu corazón? ¿Eres libre para hacer que Cristo sea el centro de tu vida? ¿Eres libre para servirle a través del Pueblo de Dios? Estas pueden ser preguntas difíciles para preguntarse a uno mismo para discernir el llamado individual y particular que Dios ha planeado para ti. Sin embargo, mientras uno se prepara para el ministerio de la Iglesia, son un parte importante del discernimiento del llamado de Dios. A través de la oración y de la guía espiritual, nosotros podemos abordar las cosas que nos impiden ser más libres para amar y servir a nuestro Señor. Podemos abordar estas cosas que entran en conflicto con llevar una buena vida y simplemente ser una buena persona. Ser un buen cristiano implica vivir una vida en línea con las enseñanzas de nuestro Señor. Es una vida centrada en Cristo que busca crecer en bondad y santidad mientras esperamos que vuelva. San Pablo nos dice “Amen con sinceridad. Tengan horror al mal y pasión por el bien.” (Ro 12,9). Sin embargo, sabemos que debido a nuestra condición humana podemos ser débiles y vulnerables y cometer errores graves y tomar decisiones equívocas. Somos seres imperfectos que luchamos por la perfección, pero nos damos cuenta que está fuera de nuestro alcance a menos que estemos conectados y unidos con Cristo. Dios llama a toda la humanidad a la santidad. Nuestro Señor desea que dejemos todo que es contrario a su camino, a sus planes, a su llamado para que podamos estar libres para simplemente amarlo y servirle. ¿Puedes escuchar a Dios invitándote a desprenderte libremente de las cosas que te impiden de entregarte totalmente al amor de Dios y a su Santa Voluntad? Padre Iván.
Decimosexto Domingo del Tiempo Ordinario