“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo les voy a dar es mi carne para que el mundo tenga vida.” ¿Alguna vez te has preguntado por qué? ¿Por qué Jesús bajó del cielo para arriesgar su vida para salvarnos, para dar su vida para sanarnos, para ofrecer su vida para redimirnos? ¿Por qué alguien escogería dejar la belleza y la comodidad del paraíso con todo su honor y su gloria, en todo su resplandor y perfección, en toda su bondad y dulzura, en toda su majestad y esplendor? ¿Por qué alguien dejaría el cielo y bajaría a nuestro mundo – a un mundo que se desvanece y acaba rápidamente, un mundo cubierto en vergüenza y oscuridad, un mundo lleno de desesperación y desasosiego; un mundo desolado lleno de pecado y maldad? ¿Por qué una persona que es majestuosa y eterna, gloriosa y adorada, alabada y elogiada, pura e incorrupta escogería convertirse en pobre y rechazada, despreciada y ridiculizada, golpeada y burlada, castigada y reprendida luego daría su carne para la vida del mundo? Por amor, mis hermanos y hermanas, amor. La simple respuesta es amor. Jesús bajó del cielo para salvarnos simplemente porque Dios nos ama. Simplemente porque Dios es amor. Simplemente porque eso es lo que el amor hace. Es como responde el amor. Es de lo que se trata el amor. El amor ve una necesidad, llena un vacío, provee esperanza, viene al rescate. El amor es desinteresado y se preocupa por otros, ilimitado y sin límites, infinito y grande, misericordioso y bondadoso. En realidad nosotros no entendemos este tipo de amor, el amor de Dios. No podemos captar o comprender un amor que simplemente crea y sostiene sin querer ser reconocido o recompensado. Amor que hiere y sana para poder restaurar y traer alivio. Amor que realmente y verdaderamente perdona desde corazón. Amor que es para siempre y para todos. Nos preguntamos si este tipo de amor, este tipo de amor que Dios provee libremente, da libremente, comparte libremente, ofrece libremente, el tipo de amor que es gozoso y eterno, sacrificial e interminable, incondicional e incansable, perfecto y puro, santo y completamente dirigido hacia el otro – nos preguntamos ¿porqué este tipo de amor vendría desde el cielo para rescatarnos, a ser lastimado por nosotros, a llorar por nosotros, a morir por nosotros? Bueno, eso es simplemente quien Dios es y lo que hace – el simplemente nos ama. Padre Iván
Decimonoveno Domingo del Tiempo