Hay un género de arte en Japón llamado anime. Aunque el anime comenzó en el ámbito de los cómics (llamados “mangas”), muchos animes se han adaptado a series de televisión. Entre los mejores es Fullmetal Alchemist: Brotherhood. Cuenta la historia de dos hermanos llamados Eduardo y Alphonso. En la historia, los hermanos entran en una peligrosa guerra contra criaturas llamados homúnculos. Cada homúnculo tiene el nombre de unos de los siete pecados capitales. Eduardo y Alphonso necesitan derrotar a estos homúnculos para salvar al mundo de la destrucción. Entre los homúnculos más fascinantes es el pecado Envidia. Es una asesina despiadada que puede transformarse en otras personas. Pero, el atributo más peligroso de la Envidia es su capacidad influir los pensamientos y sentimientos de las personas. Esto hace que las personas se peleen y se lastimen entre sí. Ella busca que todos se comparen entre sí mientras los ciega a su propia bondad personal. Aunque puede adoptar la apariencia de quienquiera que vea, la verdadera identidad de Envidia es bastante diferente. Al final de la serie, después de una larga batalla con uno de los personajes principales, Envidia se reduce a su forma original, una pequeña criatura parecida a una babosa. Cuando Eduardo la ve en un estado tan patético, Envidia comienza a llorar de humillación. Ella intenta engañar a los personajes haciéndolos celosos entre sí. Envidia espera que sus celos hagan que los héroes luchen mientras ella escapa. Eduardo, sin embargo, ve a través de la estratagema y dice con pesar: “Ahora comprendo … nos envidias”. Cuando la criatura escucha estas palabras, se desespera cuando su mayor vergüenza sale a la luz. No puede soportar vivir con la vergüenza. Vivimos en un mundo que prioriza la percepción y se asfixia con la comparación. Tanta gente desperdicia sus recursos asegurándose de que se les vea como ricos, inteligentes, felices, populares, etc. Esto está muy claro en la industria del entretenimiento, especialmente en la televisión de “realidad”. ¡Es de conocimiento común que estos programas son completamente opuestos a la realidad! Su único objetivo es presentar una imagen determinada, no lo que realmente está sucediendo. San Tomás de Aquino desafía la envidia como “el dolor por el bien de nuestro prójimo”. En lugar de regocijarnos por la bondad, nos entristece. Pasamos nuestro tiempo obsesionándonos con las bendiciones de otra persona mientras Satanás nos ciega a nuestras. Al final, la envidia es el resultado de que nos olvidamos de nuestro propio ser amado como hijos de Dios.