“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús unos fariseos y le preguntaron, para ponerlo a prueba: “¿Le es lícito a un hombre divorciarse de su esposa?” Una boda es un acontecimiento feliz. Es un nuevo comienzo, una gran celebración, una fiesta feliz. Es solo un gran día. Sabemos que una boda implica mucha coordinación, preparación, planificación, oración. Cuando llega el gran día, todos los invitados, parientes y familiares, amigos y vecinos, compañeros y colegas se reúnen, se congregan, vienen a compartir en este día feliz. A lo largo de nuestras vidas, tenemos muchas oportunidades para celebrar momentos de gozo y ocasiones felices como cumpleaños, aniversarios, graduaciones, bautismos, jubilaciones. La pregunta es, ¿nos acordamos de invitar a todos? ¿Fue María parte de tu coordinación, preparación, planificación, oración? ¿Y Jesús? ¿Te acordaste de invitarlo, de pedirle ayuda, apoyo, aliento, oración? Tendemos a olvidar a los miembros de la Sagrada Familia a nuestros eventos, reuniones familiares, oración diaria. Aman cuando los llamamos – están felices de acompañarnos, de interceder por nosotros, de estar con nosotros en cada etapa de nuestra vida, en cada acontecimiento feliz y en cada momento triste. Ellos están felices de ayudar. Una de las oraciones que recito frecuentemente, especialmente cuando estoy a punto de embarcar o comenzar algo nuevo, como un proyecto nuevo, una nueva asignación, una reunión, una nueva junta es decir, “Señor que todo lo que haga empiece con tu amorosa inspiración, continúe con tu ayuda y llegue a la perfección bajo tu dirección por Cristo nuestro Señor.” En otras palabras, Señor, te invito a acompañarme antes de empezar algo y ayúdame a llevarlo acabo. Es importante que entendamos que antes de emprender cualquier cosa, especialmente algo nuevo, pedir a María y a Jesús que nos acompañen a lo largo del camino. Que por favor vengan en este momento, en esta idea, en este plan, en esta celebración, en esta situación, en este proyecto – vengan para que todo comience, continúe y termine con ustedes. La escena de la Boda en Caná nos dice que la pareja se tomó el tiempo de invitar a Jesús y a María a su día especial. Era importante para ellos tener a Jesús y a María ahí para compartir en su gozo. Como María tan gentilmente lo hace, ella anticipa una necesidad y le pide a Jesús que ayude. Aunque Jesús dice: “Mujer, ¿que tiene que ver conmigo?” Jesús permanece amorosamente obediente a su Madre porque ella nos ama. Ella es Nuestra Madre del Perpetuo Socorro. ¿Has invitado a Jesús y a María a la planificación y preparación de tu día, de tu vida, de tu familia?¿Les has pedido que te acompañen? Padre Iván
Vigésimo Séptimo Domingo del Tiempo Ordinario