“Si no veo en sus manos la señal de los clavos y si no meto mi dedo en los agujeros de los clavos y no meto mi mano en su costado, no creeré.” Me he dado cuenta y he aceptado que en su mayor parte o incluso más a menudo las cosas no salen siempre como se planeó. De hecho, si somos honestos con nosotros mismos, llegaremos a aceptar que las cosas rara vez salen según lo planeado. Siempre hay algo o alguien que ocasiona un cambio, una revisión, una actualización, una reconsideración, una duda, una oración, un plan “b”. Incluso cuando se logra el resultado deseado, el plan original se modificó de alguna manera, se modificó ligeramente, se descartó completamente o se materializó con la ayuda de la gracia de Dios. Y como podemos esperar seriamente que un plan siempre saldrá como fue planeado o que se ejecute bien cuando hay tantas cosas y variables que considerar como el tiempo, el clima, el espacio, la gente que no puede ser fácilmente manejada, guiada o controlada. Nunca parece haber suficiente tiempo o el tiempo va pasando tan lentamente hoy o pasará más rápido hoy que ayer. O el clima en ocasiones puede ser tan impredecible que llueve cuando los pronosticadores dicen que no hay probabilidad de lluvia o que no llueve cuando indicaron una gran probabilidad de precipitación. ¿Y qué hay de toda esa gente que necesita ser considerada, manejada, guiada o controlada, incluyéndonos a nosotros? ¿Actuarán como imaginaste? ¿Harán exactamente lo que dijiste? ¿Serán rápidos en responder, puntuales en su entrega, justo a tiempo y de acuerdo al plan? Cuando miramos la Cruz y los eventos que conducen a la Pasión y Muerte de nuestro Señor, nos damos cuenta que los Discípulos no esperaban que esto terminaría de este modo a pesar que Jesús les dijo que así sería. Cuando consideramos las manos y los pies del Cristo Resucitado y los acontecimientos que tuvieron lugar después de su Resurrección, nos damos cuenta que no era la intención los Escribas y los Fariseos que el plan de Dios continuara de este modo a pesar que Jesús les dijo que así sería. La voluntad de Dios es maravillosa. Un regalo siempre en nuestro mejor interés. Si ponemos nuestra confianza en Dios, si rendimos nuestro plan ante el suyo, si creemos que Dios siempre está en control y actuando en nuestro mejor interés, entonces todo siempre irá según lo planeado y se ejecutará perfectamente. “Aquí están mis manos; acerca tu dedo. Trae acá tu mano, métela en mi costado y no sigas dudando, sino cree.” Padre Iván
Domingo de la Divina Misericordia