“Éste es el día en que actuó el Señor, sea nuestra alegría y nuestro gozo.” Fuimos creados por amor, un amor maravilloso que nos llena con luz, amor, vida; pero la humanidad pecó. En nuestra desobediencia, conscientemente nos separarnos del amor del Padre causando que todos cayeran en oscuridad y trayendo nuestra muerte. Pero la gracia de Dios, en su tierno amor y misericordia, nos envió a su Hijo a salvarnos, para morir por nosotros, para perdonarnos, para sanarnos, para amarnos de la manera que nadie más podría amarnos. Jesús, tomando nuestra condición humana, trajo luz a nuestra oscuridad y vida a nuestra muerte. Él nos hace una nueva creación en el amor del Padre. Esto es la verdadera razón de nuestra alegría y la razón de nuestro regocijo porque este día fue hecho para nosotros. Nos regocijamos porque nos han reunido con el amor del Padre, a través de la obra salvadora de su Hijo, en la gracia y el derramamiento del Espíritu Santo. Al compartir en la Pasión y Muerte de nuestro Señor – compartimos en su Resurrección; resucitamos con él en una nueva vida. A través de Jesús, nos hemos convertido en amados hijos de Dios, una nueva creación, hijos de la luz, hijos de eterna alegría y paz. Ahora, nuestro reto es permanecer cerca de Jesús para que la oscuridad no vuelva a deslizarse en nuestras vidas. Hacemos esto al caminar continuamente con Cristo y al hacer del ayuno, la oración y del dar limosna, parte de nuestra rutina diaria, parte de nuestra vida diaria. Ayunamos de aquellas cosas que nos alejan de Dios y de aquellas cosas que nos halan nuevamente hacia la oscuridad; de vuelta a la tumba vacía. Dedicamos más tiempo tranquilo en oración para poder permanecer íntimamente presentes para el Señor, para poder compartir nuestros pensamientos, sentimientos y preocupaciones con Él. Continuamos dando de nosotros al Señor en obediencia a él y en el ministerio a los necesitados. Continuamos caminando con el Señor Resucitado y permitiéndole ser la comida que nos nutre y sostiene, el alimento para nuestro camino de vuelta a casa. Alimentados por Cristo a través de estos dones, podemos responder como lo hicieron los Discípulos cuando vieron la tumba vacía: ellos creyeron, ellos compartieron, ellos amaron como Cristo los amó. Entonces vamos a regocijarnos y a alegrarnos, porque hemos sido iluminados por Cristo. Continuemos manteniendo viva la Pasión de Cristo en nuestros corazones y recordemos todo lo que el Padre ha hecho para resucitarnos a la vida eterna, es simplemente porque nos ama. Padre Iván.
Domingo de Pascua