¿Cuál es tu imagen de Dios? Esta es una pregunta sumamente importante y profunda que necesita ser considerada. Ella ruega por nuestra atención. Nos invita a meditar. Requiere que reflexionemos y oremos seriamente sobre la pregunta. ¿Cómo ves a Dios? ¿Cuál es tu imagen de él? ¿Es Dios algo que está a años luz en el futuro o alguien en una galaxia muy, muy lejana? ¿Es Dios real o es una palabra en un libro o una frase en un artículo o un nombre en la oración de otra persona? ¿Es Dios tan grande y poderoso que te aplastará o es un gigante dócil que te acaricia y te sostiene en la palma de su mano? ¿Es tu imagen de Dios la de un padre? ¿Es él servicial, apoyador, comprensivo como un padre o es estricto, castigador, abusivo como un padre? ¿Ves a Dios como un papá? ¿Está él siempre ahí para ti o está siempre ausente? Quizás tú ves a Dios como una persona que actúa como un jefe y es muy exigente y no es respetuoso de tu tiempo. ¿Es él como un jefe? ¿Es él un buen jefe? ¿Te remunera por tu arduo trabajo? ¿Te anima a ser una buena persona? ¿Se preocupa él por ti, por tu familia, por tu futuro? ¿Te recuerda a rendir culto y descansar los domingos? ¿Es él un buen líder y un buen pastor? ¿Escuchas su voz? ¿Quieres escuchar su voz? ¿Es su voz placentera o fastidiosa para ti? ¿Lo seguirías? ¿Te lleva a lugares donde no quieres ir? ¿Es tu imagen de Dios amistosa? ¿Puedes hablarle como a un amigo? ¿Te escucha? ¿Te escucha él realmente? ¿Eres la persona más importante en su vida? ¿Eres la niña de sus ojos? ¿Puedes contar con él para que guarde un secreto? ¿Es él confiable? ¿Camina, llora, celebra contigo? ¿Está ahí en las buenas y en las malas? ¿Cuál es tu imagen de Dios? Es importante considerar esta pregunta porque como vemos a Dios es como le respondemos. Si vemos a Dios como alguien que es distante, castigador e injusto, nos separamos, nos volvemos hirientes e injustos. Pero si vemos a Dios por quien es; amable, amoroso, generoso, misericordioso, clemente, entonces nuestra respuesta debería ser la misma puesto que estamos creados en su imagen y semejanza. Padre Iván.
Trigésimo Tercer Domingo del Tiempo Ordinario