“Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.” Tres años atrás, el Papa Francisco clementemente compartió el amoroso regalo y santa inspiración el Señor le había dado y compartió con él para celebrar el Año de la Misericordia y recordarle al mundo a ser “Misericordioso como el Padre”. Ser misericordioso como el Padre es moverse más allá de ti mismo, de tus necesidades, de tus deseos egoístas y colocar las necesidades de otros antes que las tuyas. Ser misericordioso como el Padre es tener un profundo sentido de amor por los demás, especialmente en su tiempo de necesidad y en el momento de desesperación, incluso si esa persona no te quiere. Ser misericordioso como el Padre es tener un profundo deseo de compasión por la otra persona y simplemente perdonarlos, incluso si ellos se rehúsan a perdonarte. Ser misericordioso como el Padre es estar movido con lástima por aquellos que están perdidos, olvidados, empobrecidos, solos y no tienen dónde o a quién más acudir. Ser misericordioso como el Padre es amar como Dios ama, eso es incondicional, sacrificial, desinteresado y siempre por el otro. En el Año de la Misericordia, el Santo Padre nos inspiró a continuar considerando lo que significa ser misericordioso como Dios Padre. Una forma es orar desde el corazón con la parábola del Hijo Pródigo que nos da una gran imagen de la misericordia de Dios. Frecuentemente hacemos la historia sobre el hermano menor o del otro hermano. Pero por un momento, considera que la forma en que el padre en la historia reacciona y responde a sus hijos y a las situaciones que se les presentan. Primero considera la solicitud del dinero. El hijo básicamente asume el derecho a una herencia y hace la solicitud antes que el padre fallezca. ¿Cómo responderías a tal solicitud de uno de tus hijos o miembros de tu familia? El padre simplemente recibe la solicitud y responde sin juicio ni condición. Segundo, considera tu reacción cuando tu hijo regresa después de tomar y malgastar los ahorros de toda tu vida. ¿Cómo responderías? El padre no está preocupado sobre el dinero. Simplemente se regocija porque su hijo ha regresado a casa sano y salvo. Finalmente, considera la respuesta de ese otro hijo. ¿Cómo responderías tú a un hijo que busca dividir tu casa? El padre no los enfrenta uno en contra del otro. Más bien, le asegura a sus hijos que simplemente los ama a los dos. La parábola del Hijo Pródigo se trata de la misericordia, el perdón, la reconciliación, el amor. Se trata de estar estar unido a Dios y unos a otros. Eso sucede a través de recibir la misericordia de Dios y compartir su perdón. Padre Iván.
Cuarto Domingo de Cuaresma