“Todavía es tiempo, dice el Señor. Arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso.” En el Acto de Contrición, desde el fondo de nuestros corazones, expresamos nuestra tristeza y pesar y el dolor de herir a Dios con nuestros pecados. Buscamos la misericordia de Dios y rogamos por su paz porque nos hemos separado de él. Prometemos a Dios nuestro Padre que con la ayuda de su gracia no volvamos a pecar. Sin embargo, sabemos que somos débiles y propensos al pecado y siempre estamos necesitados de la misericordia de Dios. Gracias a Dios por el don de sus Sacramentos, ya que nos sanan y nos ayudan a evitar el pecado y a ser más fieles a nuestras promesas bautismales. Este es nuestro llamado de Cuaresma – arrepentirnos y volver a Dios con todo nuestro corazón. Para volver a su camino, a su palabra, a su voluntad. La Cuaresma es ese tiempo especial en que permitimos al Señor sanarnos de los efectos de nuestros pecados. Es el tiempo de pedir la gracia del perdón y de tener un corazón de misericordia hacia aquellos que nos han herido u ofendido. Hacemos en preparación para celebrar la Temporada de Pascua con gran gozo sabiendo que hemos sido liberados de la oscuridad y hemos recibido la luz de la vida eterna. Este es el regalo de Pascua que recibimos en el bautismo, que se restaura en el Sacramento de la Penitencia y nutre en el Sacrificio de la Misa. Cuando somos bautizados entramos en una relación con Dios, nuestros pecados son borrados y nos convertimos en amados hijos de Dios. Dios toma nuestros corazones y los forma en el Corazón de Cristo y el Espíritu Santo llena nuestros corazones con su fuego sagrado y los maravillosos dones de su amor. Cuando pecamos, nos separamos de Dios. Sin su gracia, sin su amor, sin su luz, estamos ciegos y caminamos en oscuridad total como ovejas que han perdido su camino. Por eso es que esta temporada es tan importante para nuestra fe, nuestras almas, nuestras jornadas espirituales. Nuestro Señor quiere que seamos santos como él es santo – entonces él dice “todavía es tiempo… arrepiéntanse de todo corazón y vuélvanse a mí, que soy compasivo y misericordioso.” Nuestro Señor quiere ayudarnos. Él quiere perdonarnos. Él quiere sanarnos. Se lo podemos permitir en el Sacramento de la Penitencia. La Cuaresma es un tiempo del amor infinito de Dios y de la divina misericordia. Es un tiempo para finalmente perdonar y ser perdonado. Es un tiempo para volver al Señor para que él pueda sanar tu corazón y llenarlo con su amor. Por favor, te ruego, no permitas que simplemente pase otra temporada de gracia. Padre Iván
Quinto Domingo de Cuaresma