“Tendrá compasión del débil y del pobre, y salvará la vida de los indigentes.” Oh Señor, ¿qué no te he ofrecido?  Te lo ruego, por favor, tómalo de mí ahora.  Oh Señor, ¿qué es lo que no te he dado?  Por favor recíbelo de mí ahora.  Oh Señor, ¿a dónde no te he invitado?  Por favor, ven ahora y quédate conmigo.  Oh Señor, cualquier parte de mí que no he compartido contigo, plácete en redimirla y hazla tuya.  Pues mi deseo  es ofrecerte todo a ti; todos mis pensamientos, mis sentimientos, mis deseos, mis palabras.  Lo que no haya sido completamente compartido o entregado a ti, deseo dártelo ahora.  Deseo que tengas todo; todo de mí; todas mis posesiones, mis actividades, mis obras, mi ministerio.  Todo es un regalo que viene de ti.  Con la ayuda de tu gracia, lo devuelvo todo a tu amoroso servicio, en fiel obediencia, por la gloria de tu nombre, por tu santa voluntad, en aras del Reino y por mi salvación.  Deseo rendir todo a ti y ponerlo todo en tus sagradas manos.  Deseo ser derramado para con más libertad compartir contigo los dones que tan amadamente me han sido dados.  Deseo darte todo; todo lo que me has dado, todo lo que me has ofrecido, todo lo que tengo, todo lo que poseo, todo lo físico, todo lo que es espiritual, todo lo que es psicológico.  Todo lo que tengo es un regalo tuyo. Por tu gran amor por mí, en libertad, te ofrezco todo.  Por el amor que te tengo, lo rindo todo – pasado, presente, futuro, conocido o desconocido, visible o invisible.  Tú me lo has dado todo libremente y tan generosamente, todo lo que tengo, todo lo que necesito, todo lo que soy, todo lo que podría esperar ser.  Gracias Señor.  Por favor, permíteme ofrecértelo todo a ti.  La paz de Dios y bendiciones siempre, Padre Iván