En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: “Así como sucedió en tiempos de Noé, así también sucederá cuando venga el Hijo del hombre… Velen, pues, y estén preparados, porque no saben qué día va a venir su Señor.” Nuestra imaginación es una herramienta tan valiosa. Podemos usar nuestra imaginación espiritual para imaginar las escenas de las escrituras; cómo era, quién estaba ahí, qué dijeron, cómo estaba el clima ese día. Al usar nuestra imaginación podemos estar con Dios y Dios puede estar con nosotros en cada situación. Podemos ver y experimentar donde Dios está actuando en nuestras vidas y cómo su mano nos está guiando. Podemos imaginar cómo es la belleza de Dios – lo que la gente en el tiempo de Jesús debe haber experimentado – cómo debe ser el cielo. Esto me trae paz. Imaginar a Dios como un alfarero y nosotros como el barro. ¿De qué sirve el barro por sí mismo? ¿Qué puede hacer por sí sólo? ¿Qué puede crear por sí mismo? Nada… Se secará, se agrietará y no servirá para nada. Pero en las manos de Dios, en las manos del Alfarero, todas las cosas son posibles. Imagina siendo moldeado en un plato que puede sostener agua bendita o alimentar al hambriento, o incluso alimentar a los pájaros. Imagina ser un plato que sostiene o contiene el cuerpo de Cristo. Qué tal siendo moldeado en una taza que da agua al necesitado o un cáliz para sostener la preciosa sangre de Cristo o ser moldeado a la imagen de Cristo crucificado en la Cruz. Todas las bellas posibilidades si nos permitiéramos ser formados, moldeados, e incluso cincelados en la preciosa y bella imagen en la que fuimos creados. Imagina siendo usado para el propósito al que fuimos destinados; para servir a nuestro Señor. Permítete ser recreado – permítete ser formado nuevamente – permítete ser usado por Dios puesto que esto es lo que significa ser amado por él. La paz y bendiciones de Dios siempre. Padre Iván
Primer Domingo de Adviento