“Yo soy el buen pastor, dice el Señor; yo conozco a mis ovejas y ellas me conocen a mí.” Un sacerdote dijo una vez que usamos dos velas en el altar para representar a Jesús como la verdadera luz, la Luz del Mundo. Una vela representa a la naturaleza divina de Jesús, la otra representa su naturaleza humana. Ambas velas se queman perfecta y brillantemente como Jesús es perfecto en ambas formas – verdadero Dios y verdadero hombre. En su divinidad, Jesús es Dios, el Sumo Sacerdote y el Buen Pastor. Como Dios, Jesús es un Rey justo y recto. El Rey de reyes y el Señor de señores. En su humanidad, Jesús es verdadero Dios, verdadero sacrificio, verdadero cordero. Él es el sirviente fiel, obediente al punto de muerte en una cruz. Como Sumo Sacerdote, Jesús se ofrece a sí mismo fielmente como sacrificio digno al Padre. Como el sacrificio sin mancha, él es la ofrenda perfecta para nuestra redención y el perdón de nuestros pecados. Como el Buen Pastor, fielmente dirige a su rebaño a Dios por sus palabras, su ejemplo, sus obras. Jesús nos muestra el valor de creer, confiar, escuchar la voz de Dios y de seguir la dirección de Dios. Jesús nos ayuda a comprender la importancia de confiar en el Espíritu Santo y a encomendarnos a sus dones clementes para que podamos cumplir la voluntad de Dios de buena gana y no por nuestra cuenta. El Buen Pastor es el que entregó su vida por nosotros. Él libremente dio su vida. Por sus heridas, hemos sido sanados. Por su muerte, tenemos vida por siempre. El Papa Francisco dijo que debemos oler como nuestras ovejas. Yo me estoy preguntando si olemos a nuestro Pastor. La dulce fragancia de la bondad, pureza, santidad. Jesús es la puerta al corazón del Padre. Él cuida de sus ovejas, atiende al Espíritu dentro de nosotros, nos alimenta consigo mismo, nos provee con un pasaje seguro para nuestro verdadero hogar. Como ovejas, también tenemos un papel por desempeñar. Como fieles, amados hijos de Dios, somos dependientes de Dios, necesitamos a Dios, él nos cuida, él siempre provee. Como las ovejas del rebaño de Dios, encomendados al cuidado del Buen Pastor, debemos estar atentos a la voz de Jesús, abiertos a su instrucción, obedientes a sus mandatos, fieles a su dirección, dispuestos a seguir su guía. Las ovejas deambulan; nosotros no podemos. Debemos permanecer fieles a Jesús y permanecer en el camino correcto; el camino a la vida eterna. Cuando vamos en la dirección incorrecta, debemos aceptar que estamos yendo en el camino equivocado, que estamos perdidos y necesitamos ayuda. Clama a Jesús. Permite a Jesús, el Buen Pastor ponerte en su hombro y traerte seguro de nuevo de vuelta al rebaño. Padre Iván
Cuarto Domingo de Pascua