Hermanos: Ya se han olvidado ustedes de la exhortación que Dios les dirigió, como a hijos, diciendo: “Hijo mío, no desprecies la corrección del Señor, ni te desanimes cuando te reprenda. Porque el Señor corrige a los que ama, y da azotes a sus hijos predilectos.” Puedo evocar y recordar tan clara y vívidamente, un día particular, tan maravillosamente lleno de gracias, bendiciones, sanaciones, enseñanzas, ministerio y oración, como es cada día en el Señor. Ese día estaba tan maravillosamente lleno de gracia y estaba realizado, que estando tan maravillosamente cansado y agotado, estando tan espiritualmente lleno y exhausto, entré en una tardía hora santa dándole gracias a Dios por usarme tan maravillosamente a través del día y que por favor me permita la gracia profunda de ascender a sus tiernos brazos y que me sostenga como a un niño en su acogida poderosa y apacible. Mientras descansaba en el Señor, escuché la voz de un ángel preguntar, ¿“qué tú sabes”? Mientras pondero la pregunta, entiendo la pregunta como: qué tu sabes es verdad e incambiable y que nunca cambiará. Así que dije, “yo sé que el Señor me ama. Que siempre me ha amado y que él nunca dejará de amarme”. Escuché, “bien, ¿qué otra cosa sabes?” “Bueno”, dije, “yo sé que el Señor me ha perdonado y me ha ayudado a perdonarme y a perdonar a otros”. Una vez más escuché, “bien, ¿qué otra cosa sabes?” Dije, “sé que mi Señor nunca me ha abandonado. Él nunca lo ha hecho. Nunca lo hará”. Una vez más escuché, “bien, ¿qué otra cosa sabes?” Finalmente dije, “sé que el Señor siempre ha proveído para mí. Él siempre lo ha hecho. Siempre lo hará”. El Señor dijo, “bien, nunca olvides lo que sabes. Te llevará a través de cada situación”. Pienso en cuantas veces he olvidado estas palabras hermosas, consoladoras e inspiradoras que el Señor clementemente compartió conmigo. Cada vez que recuerdo las palabras de Dios, encuentro consuelo, fuerza y paz. Cada vez que he olvidado, sufro dificultad, sufrimiento, confusión. ¿Por qué es tan fácil para nosotros olvidar las gracias y bendiciones pero tan fácilmente evocamos y recordamos tan vívidamente las heridas y los dolores, los sufrimientos y los desafíos, las pruebas y el pasado? Incluso decimos que podemos perdonar pero nunca olvidar. Gracias a Dios que él perdona y olvida sino que nunca dejará de amarnos y de perdonarnos. Él siempre provee para nosotros y nunca nos deja solos. La esperanza del enemigo es lograr que olvidemos a Dios y a su asombrosa gracia e innegable amor. Él nos hace evocar el pasado, las vergüenzas, las humillaciones. Nunca olvides lo que sabes. Dios es amor y él nunca dejará de amarte. Padre Iván
Vigésimo Primer Domingo del Tiempo Ordinario