“Vieron al niño con María, su madre, y postrándose, lo adoraron.” ¿Alguna vez te detuviste y realmente has pensado sobre el precioso regalo que es la adoración?  Es un profundo regalo porque estamos en la presencia de Dios nuestro Salvador.  La adoración requiere que entendamos quién es Dios, quiénes somos nosotros y cuál es la diferencia.  Dios es Creador y nosotros no.  Somos su creación; somos sus creaturas amadas; necesitamos su salvación.  La adoración requiere que rindamos todo a Jesús quien tan amorosamente ha entregado todo por nosotros.  En la adoración, debemos entregar nuestros pensamientos, nuestros sentimientos, nuestras ansiedades, nuestras alegrías, nuestras frustraciones, nuestra ira, nuestra confusión, nuestras esperanzas, nuestros sueños, nuestros planes.  Simplemente debemos entregar todo a Jesús – él nos invita a través de humilde oración y dulce adoración a negarnos a nosotros mismos y abandonarnos a la santa presencia de Dios.  Mientras adoramos a Jesús, simplemente nos dejamos ser amados por Dios.  Al posar nuestra mirada sobre nuestro Salvador en la Santísima Eucaristía, podemos estar seguros que él ya ha fijado su mirada sobre nuestros corazones – él desea traernos más profundamente en su sagrado silencio. Él quiere traernos a su paz. Él quiere levantar nuestras cargas. Él quiere llenarnos con todo lo que necesitamos.  Debemos silenciar nuestro interior y estar listos para recibir porque nuestras mentes son como carros de carrera, acelerados – siempre en movimiento – sin parar jamás.  Corremos a través de los pensamientos de ayer, las cosas de tantos años pasados, pensamos en las cosas que debimos haber dicho, en la manera que debimos haber hecho las cosas.  ¿Qué pasa si hubiese respondido de manera diferente?  Pensamos en las cosas que necesitamos hacer más tarde o en las cosas que deseamos evitar, las cosas que no queremos decir o hacer.  Desordenamos nuestra mente con conversaciones que no han ocurrido y que puede nunca sucedan y conversaciones que no queremos tener.  Pasamos tanto tiempo pensando en el mañana.  ¿Qué voy a comprar?  ¿Qué haré diferente?  ¿Qué estoy esperando?  Todo será mejor mañana.  ¿Qué puede ser mejor que estar en la presencia de Dios hoy, estar en su presencia ahora mismo?  Dios conoce nuestras necesidades; él conoce todo sobre nosotros.  ¿Qué necesitamos realmente si tenemos a Dios?  Ven a adorarlo. Ponte en su presencia. Dale el regalo de toda tu atención entonces deja a Dios ser Dios.  Permite que él simplemente te ame.  Padre Iván.