Pasamos ahora a una de las mujeres más influyentes de la Edad Media. Hildegarda nació en 1098 d.C., la décima hija de una familia noble alemana. Su padre y madre eran empleados del Conde de Sponheim. Desde muy pequeña, Hildegarda fue dotada con visiones y poderosas experiencias divinas. Los padres de la joven mística decidieron enviarla a ser monja a la edad de ocho años con la Orden Benedictina. Hildegarda estaba tan avanzada en la vida espiritual que hizo sus votos perpetuos como monja sólo seis años más tarde, ¡a la edad de catorce años! Se convirtió en aprendiz de otra hermana mayor llamada Jutta que formó a Hildegarda en la piedad y el servicio caritativo enseñándole a servir a los pobres y a los moribundos. Sin embargo, Hildegarda anhelaba una formación intelectual. Jutta, siendo inculta, no pudo instruir a la brillante joven; entonces Hildegarda empezó a enseñarse a sí misma los rudimentos básicos de la educación en varios campos de estudio. Ella era particularmente talentosa en el área de la música. La joven aprendió a tocar el salterio de diez cuerdas, un antiguo instrumento utilizado para el canto y con que se hizo muy hábil. Esto se convertiría en la principal fuente de creatividad para Hildegarda. De hecho, en los años siguientes, la monja revolucionó la teoría de la música proporcionando las bases de lo que eventualmente se convertiría en notación y melodía musical moderna. Tras ser elegida abadesa de su monasterio en 1136 d.C., Hildegarda se convirtió en una prolífica escritora, publicando varias obras importantes, entre ellas dos volúmenes sobre la práctica de la medicina, un comentario del evangelio, un musical, un libro donde inventó un nuevo idioma titulado Lingua Ignota y más de 400 cartas a varios líderes prominentes de la Edad Media. Sin embargo, es más conocida por sus tres excepcionales libros sobre teología visionaria: Scivias (Conozca los caminos del Señor), Liber Vitae Meritorum (Libro de las Recompensas de la Vida), y Liber Divinorum Operum (La Obra de Dios). Cada uno de estos libros reflexiona sobre la obra de Dios en la historia y la importancia de la respuesta de la persona humana a esta actividad divina. Hildegarda logró gran fama en toda Europa por estos escritos. Como se mencionó antes, Hildegarda tenía un amor profundo por la música. Al igual que el Papa Gregorio Magno 500 años antes, Hildegarda hizo mucho para promover la causa de la música sacra componiendo muchas piezas hermosas y complejas antes de su muerte. Estos cantos se siguen utilizando hasta hoy y están considerados entre las piezas musicales más importantes de la civilización occidental. Debido a sus inigualables contribuciones a la Iglesia Católica, el Papa Benedicto XVI nombró a Hildegarda como Doctora de la Iglesia en 2012, reconociéndola como una de las santas más importantes en la historia del Cristianismo.