“Vuélvanse a mí de todo corazón, con ayunos, con lágrimas y llanto.”   Reflexiono estas palabras, esta invitación amorosa, este Camino de Cuaresma.  Podía escuchar la voz de Dios llamándome personalmente; vuelve “a mí de todo corazón.”  No es un pedazo de mi corazón, no es algo de mi corazón, ni la parte inferior de mi corazón – Dios lo quiere todo, todo mi corazón.  Pero hay tanto en este mundo que también nos llama, nos atrae, nos cautiva, nos aleja de Dios.  La gente exige nuestros corazones, nuestra atención, nuestro tiempo, nuestros recursos, nosotros mismos.  Pero Dios dice, “vuélvanse a mi… acérquense a mi… síganme…”  Permítanme ser todo lo que necesitan, todo lo que quieren, todo lo que desean, todo lo que sus corazones anhelan.  “Vuélvanse a mí,” y yo les limpiaré, les alimentaré, les nutriré, les cuidaré, les sostendré, les restauraré – les amaré por una eternidad.  Dios nos atrae siempre pero durante su temporada sacra él lo hace en un modo tan personal e íntimo.  Él nos pide ayunar del mundo y entrar en nuestros corazones.  Este es un pensamiento aterrador para algunos, para otros es un pensamiento doloroso, aún para otros nos recuerda nuestras heridas y quebrantamientos – trae imágenes de desesperación.  Pero Dios no quiere causarles dolor y sufrimiento.  Él desea traerles alivio de las cosas que hicieron pesado tu corazón, no amado, solitario.  Dejando ir el pasado es traumático, nos afligimos por la gente, los lugares, las cosas.  Lloramos por las situaciones que han pasado hace mucho tiempo, pero todavía nos duelen y nos influencian todavía hoy.  Duele aún más hoy.  “Vuélvanse a mí de todo corazón.”  Dios lo quiere todo.  No sólo una parte, no sólo la parte superior, no solo el lado bueno.  Dios quiere todo tu corazón.  Tráele todo a él esta temporada de Cuaresma – Da tu corazón a Dios y él hará tu corazón como nuevo.  “Crea en mí, Señor, un corazón puro, un espíritu nuevo para cumplir tus mandamientos.” La paz de Dios y bendiciones siempre, Padre Iván