El beato John Henry Newman escribió: “Si estudias la historia, no puedes ser un protestante.” Esta afirmación es muy validada por el grupo de autores que discutiremos: los Padres de la Iglesia. Los primeros siglos de la Iglesia se dividen en dos partes, la “Edad Apostólica” y la “Edad Patrística”. La edad apostólica consiste de la historia del Nuevo Testamento (30-100 dC). Este tiempo en la historia de la Iglesia se detalla las vidas de los apóstoles y sus sucesores. La edad patrística es del 100-700dC. Este período en la Iglesia está definido por los escritos de los primeros cristianos, especialmente los obispos. Varios de estos obispos son sucesores de uno de los apóstoles. Por ejemplo, San Policarpo de Esmirna (65-155 dC) conoció y siguió a San Juan Apóstol. Otros conservaron y promovieron enseñanzas esenciales en la teología católica especialmente sobre la Encarnación y la Maternidad de María como theotokos o “Madre de Dios”, enseñanzas que son absolutamente cruciales para la preservación del Evangelio cristiano. Todas las enseñanzas y escritos de esta era son conocidos como “patrística”. Es vital para todos los cristianos leer literatura patrística. De hecho, gran parte del debate que tenemos sobre la Eucaristía, la Santísima Virgen María y otros dogmas católicos, no sería un problema si más personas leyeran las obras de los Padres de la Iglesia. No solo defienden los sacramentos y la teología de la Iglesia Católica, sino también los entienden como esencial en el discipulado cristiano. Si dijeras a San Basilio el Grande o San Agustín que ir a la santa misa no es necesario ser un cristiano, estarían enfurecidos y escandalizados. Puede decir el mismo del autor de hoy. San Ignacio de Antioquía fue uno de los primeros obispos de la Iglesia. Nacido en 50dC en Siria. Este predicador dinámico evangelizó a miles de personas en su vida. Pero, sus logros más influyentes son siete cartas que escribió durante su encarcelamiento antes de su ejecución. Encadenado como un criminal común, Ignacio logró escribir una serie de reflexiones sobre la fe católica que son ejemplos de los textos más antiguos e inspiradores de la historia. Estas siete cartas discuten los aspectos indispensables de la religión cristiana: la Eucaristía, la oración, etc. Sin embargo, lo más sorprendente es la jerarquía bien organizada que describe Ignacio, y su vívida elaboración de la Iglesia como “Cuerpo de Cristo”. ¡Está escribiendo estas cartas en 106-107AD y ya se está refiriendo a los obispos, diócesis y la obediencia necesaria de los fieles a la Iglesia! Al final, las Epístolas de San Ignacio de Antioquía son una “lectura obligada” para todos los católicos.