Etimología y Definición

La semana pasada aprendimos que ser intelectual es más que simplemente ser un cerebrito o un sabelotodo. Más bien, una persona que es intelectual es aquella que se engrana y participa en la realidad como un todo. El cientificismo moderno evita hablar de lo trascendente o celestial. Sin embargo, esto no ha impedido que la humanidad sea atraída por estas realidades. El cientificismo moderno no ve la realidad como un todo, sino sólo en una parte muy pequeña y superficial. El campo físico es sólo una sección de la existencia. Los humanos están compuestos de cuerpo y alma. Así, hay un componente físico y espiritual en nuestra existencia. Somos seres que estamos simultáneamente en el mundo, pero no puramente mundanos. Tenemos apetitos y deseos de la carne, pero también anhelos y deseos del alma. Lo que se ve y se demuestra empíricamente no es suficiente para nosotros; queremos más. Uno de los mayores problemas de la sociedad contemporánea es que vivimos como si estos anhelos espirituales no existieran. Entonces, intentamos saciar las realidades espirituales con cosas físicas. Una de las manifestaciones más comunes de esto hoy en día es el profundo anhelo por la auto identidad, el propósito y la relación que tan a menudo se mal nutre de superficialidades. Maratones de Netflix, horas en Facebook, juegos de video, abuso de drogas, pornografía… todas estas cosas son utilizadas para llenar un vacío en el corazón. Recuerdo una vez que vi una puesta del sol y me puse a llorar por su belleza. ¿Por qué? ¿Por qué una gran bola de hidrógeno lejos a millones de millas me hizo llorar? La ciencia diría que fue simplemente la actividad de las reacciones químicas en mi cerebro. ¿Pero es satisfactorio? ¿Es también por eso que el poeta escribe la canción del arrendajo azul o el músico compone un himno profesando su amor por su amada? ¿Es por eso que Miguel Ángel esculpió la Pietá o Shakespeare escribió Hamlet? La ciencia no tiene respuesta para estas realidades porque están más allá de lo científico. La persona más inteligente, por lo tanto, es la que puede reconocer la importancia de los campos físico y espiritual de la existencia. Son personas que aprecian la seriedad de las cuestiones y temas de la humanidad en todos los niveles. Mientras que el ateísmo científico o el agnosticismo fracasan, rechazan o refutan preguntas y cuestiones en definitivo, el catolicismo lleva en cuenta todos los anhelos del corazón humano, dedicando miles de años de estudio y contemplación a las cuestiones más fundamentales de la humanidad. Sólo en la Iglesia Católica se puede encontrar una monja que alimentaba a los pobres mientras era pionera en el campo de la informática, como la Hermana Mary Kenneth, o a un sacerdote que dice misa por la mañana e inventa la teoría del Big Bang por la tarde, como el P. Georges Lemaître. Estas son personas que viven a la plenitud de su humanidad, son personas verdaderamente inteligentes porque son personas que han encontrado la fuente de toda sabiduría: Jesucristo el Señor.